miércoles, 10 de febrero de 2010

Tengo ganas.

Tengo ganas de escribir con fuego, con palabras que desgarren, que rompan con la quietud de los mares de tu conciencia.
Tengo ganas de arrastrar por los suelos de tu infierno a cada una de las bestias salvajes que me condenan a buscarte, una, mil, infinitas veces, en la calidez de mis alucinaciones nocturnas.
Tengo ganas de volver, de tropezar mientras estoy cayendo.
Tengo ganas de aterrizar en tu pelo, de detener mi velocímetro en la aspereza de tus manos.
Tengo ganas de arder en tu ardor y respirar de tus vicios.
Tengo ganas de escupir incoherencias que simulen ser certeras.
Tengo ganas de ser a veces más coherente.
Tengo ganas de no repetir tantas veces las mismas estúpidas palabras.
Tengo ganas de terminar con el mito de las musas.
Tengo ganas de abolir el autocontrol.
Tengo ganas de desesperar de soledad.
Tengo ganas de poner en venta mis utopías.
Tengo ganas de terminar definitivamente con las ganas.
Y, sobre todo, tengo ganas de escribir un buen texto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario