martes, 5 de enero de 2010

Reíd... Reíd de mí.

Ya no me empujes. ¿No ves que ni así avanzo?
Dejá la tiranía de lado; no me sirve.
Soltá esa daga de hielo; ya no tiemblo.
Bajá la vista, fijala en cualquier otro punto que no tenga que ver conmigo; tu vigilancia es inútil.
No sigas obligándome a respirar hedor; soy inmune.
Quitame la visera y el escudo; mido más de un metro.
No me tapes los oídos ante palabras necias; ya sé a caminar.
Regalame bufandas; el suicidio no está en mis planes.
Si te pido amor, no le quites las espinas.
No afines tus cuerdas vocales; tus canciones me aburren.
No inyectes esperanzas en mi piel; tengo los ojos abiertos hoy.
No fabriques lágrimas, puedo prestarte las mías.
Mirá hacia el frente; la gente ya no deja caer monedas.
Y, por favor, ya no bailes; el horror amaneció.

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