miércoles, 14 de octubre de 2009

Insomnio.

Tengo a mi enano reposando en mi mano izquierda. Decidí sacarlo de mi pecho por un rato; temo que el encierro le aprisione el alma. Está sentado, perdido en su asombro, esperando ver tu silueta con sus propios ojos. Sé que cuando sienta que estás cerca ya no voy a poder sujetarlo. Y no estoy segura de querer que ese momento se aproxime. ¿Para qué voy a exponerlo de esa forma? ¿Con qué fin?
Estamos juntos en este avión, pero volar con vos significa pelear contra mi mundo estando desarmada. Volar con vos es más de lo que estoy capacitada a afrontar, y eso que no me considero una cobarde. Ya lo intenté, y no pudiste no dejarme caer. No dependió de vos, dependió de los dos; y me dejaste caer. Ahora rozamos el suelo con zapatos de gamuza, sujetos a manos que no son las nuestras.
Tengo a mi querido y fiel enano reposando, engañado, en mi mano izquierda; intentando contar las tantas constelaciones que las partículas de polvo dibujan ante sus ojos; deseando contemplar estrellas incorpóreas; aguardando la llegada del tiempo que no se digna a hacerse presente; comprendiendo, muy a su pesar, que los sueños sólo ocurren cuando se tienen los ojos cerrados.
Tengo a mi mejor amigo reposando en mi mano izquierda, haciéndole frente, por primera vez en su vida, a la despiadada realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario